1) PADRE, PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN (Lc 23:34). Este es el mensaje del perdón. Es la voz del sumo Sacerdote delante del Altar de Dios ofreciéndose a Si mismo en sacrificio. Es el momento que Jesús se impone como el Gran intercesor – el ofrecimiento del gran sacrificio por nosotros. Esta fue la oración hecha por Jesús, rogando perdón para sus enemigos. Este es el precio del Calvario: implora nuestro perdón; llora por nosotros y con nosotros; pide que el Padre nos perdone, porque no sabemos lo que hacemos. En esta plegaria de Jesús, no hay apenas intercesión, hay más que esto; hay una demostración de Su amor y de nuestro deber. Este clamor de Jesús revela la grandiosidad de su amor que es inmensurable e incondicional. Jesús es el único Mediador entre nosotros y Dios. Debemos siempre perdonar, porque El nos perdonó primero.
2) HOY MISMO ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAISO (Lc 23:43). Este es el mensaje de la salvación. Es una promesa de Cristo al asaltante arrepentido. A pesar de indigno, lleno de pecado, él, que hace un momento atrás blasfemaba contra el Señor, se vuelva hacia Jesús. ¿El que le dio esperanza? – La grandiosidad del amor de Dios revelado en Cristo en el Calvario. Jesús le mira a él, responde a su pedido como Dios lo haría, porque Jesús es ¡Dios! – “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Jesús es nuestra Salvación, solamente El nos concede la vida eterna.
3) MUJER, AHÍ TIENES A TU HIJO; HIJO, AHI TIENES A TU MADRE (Jn 19;26-27). Este es el mensaje de la familia, mensaje de la entrega. La entrega de su madre a los cuidados del discípulo amado. Esta es una nueva agonía de Jesús: el recuerdo del hogar. María permanecía delante de la cruz. Quedó allí parada, muda, mirando a aquel amor, que era mayor de lo que se podía comprender. Madre de corazón quebrantado, que tiene tristezas, probaciones en su hogar, separación, soledad. Juan también miró a Jesús y este le dijo: “Ahí tiene a tu madre”. Juan era su amigo. Un amigo fiel, un amigo que siente, que entiende, que ayuda, comprende y cree. Un amigo nunca abandona. Un amigo ampara, es fuerte en la muerte, nunca traiciona, siempre perdona. Jesús santificó la amistad en Su Pasión. Juan era su amigo de verdad. Hay amigo más allegado de que un hermano Había permanecido cerca de Jesús y en aquel último momento, cuando El debía ser dejado solo, dio a Juan, en un amor altruista – La bendición más preciosa que El tuviera en ese mundo – su madre.
4) DIOS MIO, DIO MIO, ¿PORQUE ME DESAMPARASTES? (Mt 27:46; Mc 15:34). Este es el mensaje de la oración, del clamor. Poco antes de Su muerte, hubo el clamor de desamparo, de soledad, de desierto, de dolor. El horror por la oscuridad cae sobre ellos. Hay silencio alrededor de la cruz, excepto el ruido de la Preciosa sangre goteando de la cruz en rescate de la humanidad, la sangre-vida de Dios en Cristo, está cayendo al suelo. Este es el único sonido que se hoye alrededor de la cruz. Y es que de allí sale una voz, como un murmullo por el silencio de Dios. No es un grito de misericordia, no es un grito de dolor; mas es un grito lleno de angustia. Aquí Jesús habla como hombre. Hablando como hombre, ninguna gota de sufrimiento le es escatimado. Oiga este grito de angustia y recuerde que nunca un grito de dolor o de agonía salió de usted, sin que encuentre eco en el corazón de Dios. En aquel momento de oscuridad, con las nubes y la oscuridad alrededor De El, Jesús estaba experimentando las agonías del infierno – la separación de Dios. – No tener a Dios por cerca, no hablar con El, no sentir Su presencia, no ser capaz de llamarlo, e ahí la consecuencia del pecado. Jesús, para que pudiésemos ganar la salvación, y arrebatarnos de los tormentos del infierno, se sumergió en la oscuridad adonde El fue olvidado, para que nosotros nunca lo fuésemos por Dios.
5) TENGO SED (Jn 19:28). Este es el mensaje de la necesidad. Es el grito de angustia física. Este pedido de Jesús fue su primer grito de dolor físico. El dolor es la cosa más profunda que conocemos en esta vida. Todos nosotros la experimentamos, más temprano o más tarde. Saber que Dios puede sentir los sufrimientos del dolor, es saber que el mayor de todos se une al menor, es saber que el Altísimo se inclina al más bajo, es saber que Dios ama al hombre. ¡El fin está llegando! El pobre enfermo se vuelve, abre los ojos y dice francamente: “!Tengo sed! ¡Tengo mucha sed!” Su pobre cuerpo estaba débil y abatido. Tengo sed, sed causada por la fiebre, por los dolores cruciales, Sus labios estaban totalmente resequidos. Era no solamente la sed de agua, más también sed del alma, sed de la salvación de los pecadores. La sed del alma piadosa de Jesús, no puede ser saciada a no ser con las lágrimas de nuestras almas arrepentidas. Nosotros fuimos hechos para saciar Su sed, para atender a Sus ruegos.
6) ESTÁ CONSUMADO (Jn 19:30). Este es el mensaje de la victoria, de la Obra completada. Es el grito de victoria por haber obedecido hasta la muerte, y muerte de cruz. Combatió el buen combate El completó la carrera. Este es el mensaje de la fidelidad, de la obediencia. La última escena de la vida del Señor Jesús está delante de nosotros. Llegamos al final, cuando el Señor Jesús murmura las últimas palabras sacrificiales: “¡Está Consumado!” La profecía está consumada. La Obra está consumada. La verdad está consumada. ¡El ejemplo es consumado! El carácter perfecto, la unión de la ternura y de la fuerza son coronados por la perseverancia. La batalla está consumada. La victoria está ganada. La Iglesia está consumada. El Cuerpo de Jesús está edificado. La redención está consumada. Los sufrimientos del Maestro llegaron al final.
7) PADRE, EN TUS MANOS ENCOMINEDO MI ESPÍRITU (Lc 23:44-48). Este es el mensaje de la comunión. Es el grito de resignación. La Obra Sacerdotal ya estaba consumada. Jesús, el Hombre, termina finalmente Su carrera de tristeza. El alma humana estaba dejando el cuerpo. Los rostros pálidos miran más allá de la oscuridad, mas los labios no nos hablan y no nos cuentan nada a respecto de aquel misterio. Mas hay una voz que suena más allá de la tumba, una voz de poder y de amor, la voz De aquel que venció la muerte, la misma voz que dijo en aquel día del Calvario – “En Tus manos encomiendo Mi espíritu”. La muerte de Jesús es la revelación de esta última compasión. El misterio de la muerte de Jesús es el misterio de Su excesivo amor. El misterio de la muerte de Jesús es el misterio de la compasión humana. Todo esto es la revelación de la resignación a la voluntad de Dios. Que con estos siete mensajes de Jesús en la cruz, usted pueda extraer grandes lecciones para aplicarlas en su vida. ¡Amén!
By Obispo Hermes da Gama
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